El trabajo, por muy impresionante e interesante que sea, no debe ocupar todo el tiempo y los esfuerzos, porque también está la comunicación con la familia, la superación personal, las aficiones y necesidades tan banales como el sueño y el descanso. Sin embargo, en el mundo moderno se exagera mucho el valor de una carrera exitosa, y la abundancia y variedad de entrenamientos motivacionales que llaman a convertirse en empleados súper eficientes, combinados con la “ilusión de éxito” difundida en las redes sociales, a menudo conducen al agotamiento banal.
La sobreproductividad no es un mito
De hecho, el fenómeno de la sobreproductividad existe, y mucha gente se esfuerza por conseguirlo, olvidando un punto importante: sólo se puede trabajar al máximo de las capacidades durante un breve periodo de tiempo: durante la finalización de un proyecto o, al contrario, en la fase inicial del trabajo, cuando la rapidez de pensamiento y la velocidad de decisión son lo más importante. Normalmente, esta eficiencia explosiva debería ser sustituida sin problemas por una rutina cuando haya tiempo tanto para completar las tareas de preparación como para reponer fuerzas para el siguiente avance de este tipo. Por desgracia, mucha gente se olvida de esto, tratando de dar el máximo de eficiencia todo el tiempo, y los empleadores sin escrúpulos que reciben dividendos tratan de motivar adicionalmente a los empleados con la ayuda de entrenadores y formadores, sin preocuparse por el destino futuro del empleado.
El resultado es aterrador: a la edad de 30-35 años, la mayoría de las personas se enfrentan a un fenómeno de agotamiento tanto profesional como emocional, y además sufren muchos trastornos psicosomáticos. En este estado, los entrenamientos motivadores provocan irritación y un sentimiento de culpa por la propia incapacidad para trabajar, lo que no contribuye a la recuperación de las fuerzas. Se añade el miedo a perder su puesto y su modo de vida habitual, y cada vez más personas buscan una solución al problema del agotamiento en la silla de un psicoterapeuta.
Preparar el despegue
Lo mejor que puede aconsejar cualquier psicólogo es que no se lleve a sí misma hasta el agotamiento nervioso, para equilibrar de una vez por todas la proporción de trabajo. En un entorno en el que todo el mundo intenta correr más rápido, la estrategia parece perdedora, pero en realidad, un empleado que sabe descansar, recuperarse y volver a entrar en la onda de la sobreproductividad consigue mejores resultados. El secreto de la actitud correcta ante el trabajo, que protege contra el agotamiento, es sencillo:
- Los deberes rutinarios se llevarán a cabo con la asignación de un tiempo fijo para ellos cada día.
- Durante el periodo de plazos y tormentas de ideas, cuando la jornada laboral se vuelve irregular y las emociones salpican el límite, es necesario planificar cuidadosamente la dieta y destinar 7-8 horas al sueño. Puede ser fraccionado – por 4 horas, pero esta opción no es adecuada para todos.
- Una vez finalizado un proyecto o una etapa de trabajo importante, es necesario reservar unos días y dedicarlos concretamente a la relajación: visitar una sauna o una sala de masajes, ir a un museo o al teatro, comunicarse con los familiares y los seres queridos.
- En un periodo de declive del entusiasmo, cuando las ideas brillantes parecen poco brillantes, merece la pena centrarse en un plan paso a paso: así se evitan los fracasos y los errores molestos que convierten los últimos días antes de la entrega del proyecto en una loca carrera agotadora.
- Si un empresario no está satisfecho con el hecho de que los empleados necesiten el descanso habitual y el tiempo personal, merece la pena enviar un currículum a una empresa en la que se valore más a los empleados.
El cumplimiento de estas normas proporciona al organismo el tiempo necesario para recuperarse de los periodos de mayor actividad, y además elimina los líos innecesarios y permite mantener el orden en los procesos de trabajo, reduciendo significativamente los niveles de estrés.